"Toda forma de
desprecio, si interviene en política, prepara o instaura al fascismo."
Albert Camus
Albert Camus
Hace unos
días esta frase pasó ante mis ojos con la fugacidad del Facebook, pero la
palabra “desprecio” quedó tirando de mí, insistente, perturbadora: ¿desprecio?, ¿fascismo? Me resultaba bastante familiar aquella conexión,
amenazadoramente cotidiana. Toda forma de
desprecio, dice Camus, y de inmediato acuden a mi memoria las imágenes de
las familias arrancadas con aberrante brutalidad de sus casas en cada
desahucio; imagino a los que, impotentes, optaron por el suicidio. Toda forma de desprecio instaura el fascismo, repite Camus, y pienso en la
perversidad de las leyes laborales que pisotean todos aquellos derechos
adquiridos en tantos años de lucha, que amparaban la dignidad del trabajador y
que ahora, a cuento de la crisis, se eliminan de un plumazo. Desprecio, leo de nuevo, y comprendo qué
mirada orienta la mano que ejecuta los recortes en sanidad, en educación... Un
gobierno que desprecia a la ciudadanía hasta niveles inadmisibles, mientras,
por otro lado, constituye una casta que se arroga una dignidad inconmovible
(políticos, casualmente, eurodiputados y algún alto cargo de la justicia) a tal
punto que se niegan a viajar en clase turista para que su ¿respetabilidad? no
sea mermada; un gobierno que arrebata, que socava, que cercena, y luego exhibe
una arrogancia descomunal; un gobierno que desprecia majestuosamente a todos,
incluso a quienes les han votado, ¿no andará, por casualidad, muy próximo al
fascismo?
2 comentarios:
Lo roza, Inés. Yo diría que se marida con él, y sabemos que el partido de este gobierno español actual alberga entre sus filas a muchos fascistas.
Da gusto leerla, señora Ramón.
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